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lunes, 10 de diciembre de 2007

LOS BABALAWOS DESOBEDIENTES

Olofin se sentía mal de salud y llamó a los babalawos para que lo registraran con sus medios de adivinación.

Los babalawos vieron que era necesario hacerle Ifá a Olofin para que mejorara. Pero de inmediato surgió una discusión entre ellos. “Si ya es rey, ¿para qué quiere más corona?”, afirmó el más viejo de los presentes. Como los demás estuvieron de acuerdo, decidieron no darle a conocer la letra a Olofin y decirle otra cosa.

Cuando se dirigían a casa de Olofin, Eleguá que había oído toda su discusión, silbó. Los babalawos lo mandaron a callar, pero ya Olofin había oído el aviso y esperó tranquilamente.

Los olúos le dieron su falso veredicto a Olofin. Este los miró y les dijo:

–Si ustedes no me son fieles a mí, que soy la suprema autoridad, entonces ¿a quién le pueden ser fieles?

Todos perdieron la cabeza por querer engañar a Olofin.
OLOFIN Y LOS VIEJOS

Olofin le regaló a los viejos unos caballos para que hicieran crías y le entregaran una parte, pero no les dio yeguas. Los viejos, sin fijarse, aceptaron el negocio.

Cuando Olofin los llamó por que no le daban las crías según lo pactado, salieron llorando, ya que por causa de sus errores podían perder la cabeza.

Un joven que se enteró de lo que pasaba, fue a casa de Olofin y le dijo que había visto un caballo parido, a lo que este le contestó que los caballos no podían parir.

Entonces el muchacho le dijo que si los caballos no podían parir, ¿cómo el quería que los caballos que le había dado a los viejos hicieran crías?

–Eso lo hice para que no confiaran en nadie cuando fueran a hacer un negocio y siempre se fijaran si había trampa.
EL HIJO DE OLOFIN

Olofin se enfermó y se puso muy grave, su hijo que no hallaba modo de curarlo, estaba desesperado. En esa situación lo encontró Eleguá, quien le preguntó el porqué de su tristeza. Cuando supo de la enfermedad de Olofin le dijo que él conocía como curarlo pero quiso saber qué recibiría a cambio. El joven le contestó que lo que deseara.

Eleguá lo envió a la playa donde encontraría una mujer muy gorda sentada en un pilón debajo del cual estaba el secreto que salvaría a Olofin, pero para poder tomarlo tendría que sostener una fuerte lucha con la mujer hasta tumbarla de su asiento.

Corrió el hijo de Olofin a la playa y luego de vencer a la mujer se llevó el secreto con el cual su padre recuperó la salud. Después buscó a Eleguá para cumplir su promesa, el cual sólo le pidió que se le concediera estar siempre detrás de la puerta para que todo el que entrara lo saludara a él primero.

El deseo fue concedido y desde ese día Eleguá vive detrás de la puerta.
LORO

Olofin convocó a una reunión a todos los pájaros, para saber cuál de ellos tenía más mérito.

Todas las aves acudieron al palacio, pero como le tenían envidia a Loro, que por aquel entonces era blanco, aprovecharon un descuido que tuvo este y le arrojaron tinta. Un rato después le esparcieron cenizas sobre su plumaje y más tarde, comenzaron a tirarle epó.

Olofin entró ceñero al salón y estuvo observando a los pájaros desde su trono; luego señaló uno entre todos, sus sirvientes se abrieron paso entre la concurrencia y lo condujeron a donde estaba Olofin.

–Me ha gustado mucho tu plumaje –dijo a Loro–. Desde hoy ordeno que todas las personas importantes de mi reino lleven tus plumas como señal dc sabiduría y distinción.
Con esta gracia que le concedió Olofin quedaron burlados todos los que, por envidia, quisieron perjudicarlo.

OROÍÑA

La Tierra era una gran masa incandescente y Olofin sintió tanto calor que envió a Yemú a apagar el fuego. Tras largos días de trabajo, estaba extenuada, pero la candela había desaparecido de la superficie.

El agua corría de los lugares más elevados a los más bajos, tan largo era el camino que el dulce líquido cuando llegaba a su destino se tornaba salado, así fueron naciendo los ríos y los mares. Oroíña, el fuego que había quedado preso en el centro del planeta, no estaba conforme con su destino y fue a ver a Olofin quien le reprochó su actitud anterior, pero con su bondad y sabiduría habituales dijo: “Estás pagando tu culpa, mas para que nadie te olvide, cada cierto tiempo te prestaré la loma y por ella dejarás oír tu voz y mostrarás tu descendencia.”

Por eso, cuando menos lo esperamos, un volcán nos espanta con su ruido, que no es más que la voz de Oroíña, y Agayú, su hijo, devora los sembrados y se adueña de la sabana.
LA CONSPIRACIÓN DE LOS ORISHAS

En una ocasión se reunieron los orishas y acordaron: “Vamos a quitarle el poder a Olofin porque ya está muy viejo y no puede mandar.”

Pero Olofin era temible y nadie se atrevía a desafiarlo. Uno de ellos tuvo la idea de darle un susto mortal.

“Se muere de miedo cuando ve un ekuté”, dijo. “Si le llenamos la casa de ratones, huirá y nosotros seremos los dueños del mundo.”

El plan fue aprobado, pero olvidaron que Eleguá estaba detrás de la puerta y lo había oído todo.

Eleguá fue para la casa de Olofin y se escondió. Después llegaron los orishas y lanzaron ratones dentro del ilé. Olofin, temeroso, gritó al verlos: “Los ratones me van a hacer daño.” Y corrió hacia la puerta para huir. Pero delante de él iba Eleguá diciendo: “Párese, Babá, que ningún ratón le hará daño.” Al mismo tiempo que gritaba, se los iba comiendo.

Eleguá se comió todos los ratones y Olofin, lleno de furia, castigó a los conspiradores. Entonces le preguntó a Eleguá: “¿Qué puedo hacer por ti?” “Concédame el derecho de hacer lo que me venga en gana”, le respondió.

Desde entonces Eleguá es el único que puede hacer lo que mejor le convenga.
LA LÁMPARA DE CALABAZA

Olofin había hecho a los hombres y Olorun, el Sol, les daba la luz para que crecieran, trabajaran y con el fruto obtenido pudieran comer y vestir.

Pero la luz del Sol sólo duraba la mitad del tiempo. Luego venía la noche, larga y aburrida, en la que los hombres no podían casi ni moverse porque la oscuridad se lo impedía. A veces la luna iluminaba un poco, pero no era lo suficiente para alegrar a los humanos.

Viendo Oshún que también en la noche los hombres necesitaban disfrutar mejor de sus vidas, se le ocurrió un plan. Fue a ver a Olofin y con su dulce voz le explicó:

–Babá, los hombres también necesitan luz por las noches y a mí se me ha ocurrido hacer una lámpara de calabaza y entregársela.

–Yo te dejaría hacerlo –repuso Olofin– pero, para que te autorice a ello, ¿qué me das tú a cambio?

La diosa habló al oído del Supremo Hacedor, el que sonrió pícaramente.

Días después Olofin convocó a todos los orishas a una fiesta en su palacio. Oshún bailó para todos con su piel ungida de oñí y la lámpara ideada por ella en la cabeza. Los asistentes quedaron muy contentos y Olofin terminó diciendo públicamente:

–Oshún está autorizada a entregar a los hombres esa lámpara de calabaza, para que se iluminen por las noches.
SHANGÓ GRITA EN EL CIELO

Olofin llamó a Eleguá, Ogún y Shangó y les dijo que al que le trajera un ratón le concedería una gracia.

Eleguá salió como siempre el primero y encontró un ratón, se lo metió en la boca y se lo comió. Ogún, que había salido un poco después, hizo otro tanto.

Shangó, que salió último, pudo a duras penas cazar su ratón y para que no desconfiaran de él, se lo metió en la boca.

De regreso a casa de Olofin, Shangó no habló ni una palabra y cuando Olofin preguntó dónde estaba el ratón que les había pedido, Shangó abrió la boca y salió el animal vivo. Por lo que Olofin sentenció:

–Desde hoy, el único que puede gritar en el cielo es Shangó.
EL OLVIDO DE OYÁ

Olofin tenía mucho apetito en aquellos días; por eso, antes de marcharse a su paseo matinal, le encargó a Oyá, la dueña de la centella y de la justicia, que le preparara un suculento plato de amalá con mucha cascarilla de huevo.

Oyá se entretuvo en los trajines de la casa y fue dejando para después el encargo de Olofin, que terminó por olvidar del todo.

Cuando Olofin regresó fatigado de la larga caminata llamó:

–Oyá, ¿dónde está el amalá con efún que te encargué?

Y la mujer, que se dio cuenta de su imperdonable olvido, tuvo que responder:

–Kofiadeno, Babá, lo olvidé por completo –mientras se arrodillaba delante de Olofin con las manos en las sienes.

LA BONDAD DE YEMAYÁ

Olofin estaba disgustado con todos los pobladores de la Tierra porque ellos lo habían olvidado. Por eso les quitó la lluvia. Con tan prolongada sequía se morían los animales, se secaban las siembras y no había casi agua que tomar.

Viendo el giro tan desagradable que tomaban las cosas en el planeta, los orishas a quienes Olofin había entregado el cuidado del mundo, se reunieron y a proposición de Shangó decidieron enviar a Yemayá para que fuera a ver a Olofin y le suplicara su perdón.

Yemayá emprendió el camino de la montaña donde Olofin tiene su palacio. Pasó mucho trabajo ascendiendo por la angosta senda por la que hubo de caminar varios días, pero al fin llegó.

Tenía tanta sed que, al llegar a los jardines, no pudo resistir más y se arrodilló a tomar agua en un charco pestilente que allí encontró.

Mientras tanto Olofin, que había salido a dar su paseo matinal, vio desde lejos que alguien se había atrevido a perturbar su tranquilidad. Al acercarse para ver quién era el intruso, se quedó perplejo al encontrarse con Yemayá que tragaba ansiosa el agua sucia del charco. Fue tanta la compasión, que le dijo que se levantara, que perdonaba a los hombres gracias a ese acto de ella y que les mandaría el agua poco a poco, para que no hubiera daños. Por eso es que hay que darle agua a los santos cuando vienen.

domingo, 9 de diciembre de 2007

IBORÚ, IBOYÁ, IBOCHICHÉ

Olofin había llamado uno a uno a los babalawos para preguntarles dos cosas. Como ninguno le había adivinado lo que él quería, los fue apresando y afirmó que si no eran capaces de adivinar, los iba pasar a todos por las armas.

El último que mandó a llamar fue a Orula, el que enseguida se puso en marcha, sin saber qué estaba sucediendo.

En el camino Orula se encontró con una muchacha que estaba cortando leña y le preguntó cómo se llamaba, a lo que ella le contestó que Iború. La muchacha le dijo a Orula que lo importante era ver parir la cepa de plátano. Orula le regaló una adié y owó.

Más adelante Orula dio con otra muchacha que estaba lavando en el río la que dijo llamarse Iboyá, y le contó que Olofin tenía presa a mucha gente. Orula la obsequió con los mismos regalos que a la anterior.

Por último, Orula encontró en el camino hacia casa de Olofin, a muchacha llamada Ibochiché y ella le contó que Olofin quería casar a su hija. También le dio una adié y owo.

Cuando llegó al palacio, Olofin le dijo que lo había llamado para que él le adivinara unas cosas.

–¿Qué tengo en ese cuarto? –preguntó Olofin.

–Tienes una mata de plátano que está pariendo –contestó
–¿Y qué yo quiero que tú me adivines?

–Que quieres casar a tu hija y por no adivinarte tienes prisioneros a mis hijos.

Olofin sorprendido mandó a soltar a los babalawos presos y gratificó a Orula.

Cuando el sabio se iba, Olofin le dijo: “mogdupué”. Y Orula repuso que desde aquel día él prefería que le dijera: “Iború, Iboyá, Ibochiché.”
Olofin


OLOFIN , E ste vocablo que comienza con la sílaba Olo, que significa: extensión, expansión; y concluye con la sílaba FiN, que quiere decir: pintita, manchita dentro de la gran extensión o espacio de este mundo. Es por eso que Olofin viene a resultar ser el primer responsable ante OLODDUMARE de todas las cabezas y cosas que existen en este mundo y con potestad sobre los otros santos de Deidad ya conocidos, demuestra Religión, como son: Oddua , OLOKUN, ORISHAOkO y YEWA. Olofin es la cabeza directa de todas las cosas que están en relación directa con OLODDUMARE, sobre la faz de la Tierra. Es por eso que todos los santos tienen que contar con la aprObbación de OLOFIN, para la realización de todas las cosas y actos de la vida. OLOFIN es un Obatala, pero no es un Obatala que tal o mas cual persona puede tener, aun cuando se trate de su imagen o símbolo consagrado en nuestra Religión.

Lógicamente, la imagen o los secretos consagrados a OLOFIN, lo puede tener un OMOCOLABBA. Oluos que rigen en Orumila, OBBA que es el signo por el cual está conceptuado como OMOCOLABBA. A esa persona necesita saber todos los secretos y prepararle debidamente en Ocha y, después pasar por el mismo proceso en Orumila y entonces, sería cuando dicha persona vendría a ser un verdadero OMOCOLA-BBA.

Puede tener Olofin aquel Oluo que dentro de todos los Babalawos sea él, el mayor en Orumila. Entonces en manos de éste estará OLOFIN y llevará el calificativo de OBBA, en el seno de los Oluos y para nosotros los Olo-Ochas; los Oni-Chango son los más llamados a ejercer las funciones de OMOCOLABBA.

A Olofin, no le puede suplir ningún Santo en sus funciones ante OLODDUMARE, en este mundo, Tampoco lo puede tener ninguna mujer.

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