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lunes, 10 de diciembre de 2007

LA MUJER DEL CAZADOR

Ochosi iba todos los días a cazar animales, los que ofrendaba a Olofin y tomaba las carnes para su sustento.

Su mujer, decidida a averiguar el misterio de las presas desangradas, agujereó el apó que se usaba para su traslado y al día siguiente siguió el rastro que dejaba. Así llegó al lugar donde su esposo confiado esperaba para hacer su sacrificio. Una vez allí se escondió presurosa entre unos arbustos.

Poco después se presentó Olofin que no ignoraba la presencia de la mujer y decidió castigar su indiscreción, por lo que cuando Ochosi fue a presentarle su ofrecimiento le dijo:
–Dile a tu mujer que salga de atrás de esos arbustos.
La mujer sorprendida salió de su escondite y se inclinó al Hacedor quien pronunció su sentencia:
–La curiosidad te hizo seguir la sangre, por eso a partir de hoy cada cierto tiempo la verás en tu cuerpo para que nunca olvides la falta cometida.
OSHOSI ES CASTIGADO

Tres veces un cazador llamado Oshosi capturó codornices para complacer a Olofin y tres veces alguien dejó en libertad a las palomas haciéndolo quedar en ridículo.

Cuando por fin pudo entregar una codorniz en manos del Supremo Hacedor, este le dijo: “Pide un deseo y te será concedido.” El joven armó el arco con una de sus formidables flechas y exclamó con furia: “Quiero que esta flecha atraviese el corazón de quien me robó las palomas.”

En medio de un bosquecillo de bambú se escondía Yemú, abochornada por los ultrajes a que la había sometido su hijo Ogún. De su llanto habían nacido los ríos. Era ella con su inmensa bondad, la que había dejado en libertad las codornices que apresara su hijo, a quien había criado a escondidas del padre. La flecha atravesó la inmensidad del cielo y fue directamente a su corazón.

Olofin al verla caer abatida, la reconoció de inmediato y exclamó:

–¡Has matado a mi mujer!

Confundido por el suceso y sabiéndose autor de un terrible crimen, el joven Ochosi pensó: “He matado a mi propia madre”, y se desprendió a correr en busca de un escondite.

Mientras tanto del corazón de la madre brotó un torrente tan fuerte que los ríos crecieron hasta formar los mares.

Ochosi corrió días y días hasta que exhausto cayó rendido a la orilla del mar. Cuando despertó oyó la voz de Yemayá que le decía: “Necesitas tiempo para que se arreglen las cosas. Mientras tanto ve con tu hermana Oshún que vive en el río y ella te esconderá.”

Por aquel entonces Oshún vivía con Inle quien instruyó a Ochosi en los secretos de la pesca y la medicina. Así pasaron algunos años, hasta que un día Yemayá fue en busca de Ochosi para llevarlo ante su padre. Ochosi se postró y pidió perdón. Olofin sentenció:

–Como castigo a tu soberbia trabajarás para siempre con tu hermano Ogún. ¿Tienes algo que decir?

–Sólo quiero que en agradecimiento a Yemayá y Oshún se me deje usar un collar de cuentas azules y amarillas.

–Concedido, pero llevará tres cauris para que nunca olvides las codornices por las cuales mataste a tu madre.
EL PACTO DE OGGÚN Y OSHOSI

Un cazador llamado Ochosi había fracasado en todos sus intentos de capturar al venado. Sus flechas nunca alcanzaban la presa. Era como si una mano invisible las apartara de la dirección en que él las dirigía.

Otro tanto le sucedía a Ogún, el dueño del bosque que, por su parte, preparaba constantemente trampas para atrapar al animal sin obtener el resultado apetecido.

Una rivalidad sin límites había surgido entre los dos. Cada uno por su lado intentaba superar al otro en la caza del venado, pero todo era inútil.

Al fin, ambos se encontraron en casa de Orula, donde habían acudido en busca de una solución a su problema.

Orula les dijo que todo se debía a la mano de Eleguá, quien no quería que los cazadores se amigaran sin su presencia. Debían ofrecerle un akukó al dueño de los caminos y hacer rogación con un machete y una flecha para luego llevarlos al monte.

Los cazadores hicieron lo que les indicó el venerable anciano. Cuando llegaron al bosque a poner el ebó, apareció un venado de gran tamaño. Inmediatamente Ochosi lanzó la flecha y lo hirió de muerte. El animal pudo huir al monte. Ogún tomó el machete y se abrió paso en la maleza para capturar la pieza que luego compartieron amigablemente.

Desde entonces Oggún y Oshosi viven juntos.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Ochosi

Es el tercer miembro del grupo de los orichas conocido como guerreros, y es el recibido junto con

Elegua, Ogun y Osun, para proteger al iniciado en guerreros para así abrir y limpiar sus caminos.

Ochosi es el explorador y un excelente cazador, seguidor de huellas y hermano de sangre de Ogun, que vive en el mismo caldero con el, en la forma de arco y flecha de metal.

Oshosi es el cazador y explorador de los Orichas, y asume el papel de traductor para Obatala, con el cual tiene una relación muy estrecha. Sus colores son azul y amarillo. Simboliza la amistad, la sed espiritual, las fraternidades, el amor universal, el esfuerzo colectivo, los sindicatos, las revoluciones, el altruismo, el humanitarismo, el progreso, la tecnología, lo novedoso, los inventos, lo inconvencional, la libertad, las sociedades de cooperación y mutua ayuda, la democracia, la solidaridad, la unión de los pueblos.

Ochosi es un Oricha mayor. Hijo de Yemaya. Patrón de los que tienen problemas con la justicia, mago, adivino, guerrero, cazador y pescador. El receptáculo es una freidora de barro junto con

Oggún (para los aleyos). Cuando es de fundamento va solo con todos los atributos. Siempre va acompañado de los receptáculos de Elegua y Ogun. Los atributos son todos los instrumentos relativos a la caza y la pesca, tarros de venado y trofeos de cacería. Las herramientas son tres flechas (como las que utilizaban los guerreros), tres perros, un espejito, un pedazo de tarro de venado, un anzuelo, un arco y una flecha.

Los collares no iniciados se les da una cadenilla (dos hilos de cuentas azul prusia y, de tramo en tramo, una ámbar, los rematan cuatro caracoles separados de dos en dos por ámbar. Los animales son el chivo y venado, gallo, pollo, paloma, jutía, codorniz, todo pájaro cazado. Los bailes de esta Oricha cuando se sube da los gritos típicos de levantar la caza y su mímica es cinética. Viste como Elegua y Ogun, pues es santo guerrero. El vestido es de color lila o morado y su gorro es de piel de tigre, así como su bolsa. Usa el arco y la flecha para representar la cacería en su danza. En el saludo se levanta la pierna izquierda y se imita con las manos la acción de disparar una flecha.
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